Entrevistas

Futbolcultura

lunes, 17 de febrero de 2014

Una insolencia de Marcos Abal.

Con ”Una insolencia”,Marcos Abal estructura sus valores futbolísticos dándole sólidos cimientos desde niño acudiendo al estadio donde sus ídolos desarrollan esa mundana profesión de futbolista.

-”Pequeña descripción del autor.”
-”Marcos Abal ha colaborado en varias publicaciones digitales y en papel, como la revista Clarín o Jot Down Magazine entre otras. Escribe un blog más o menos literario desde el año 2006 (http://camabarca.blogspot.com/). Actualmente vive en Santiago de Compostela y dejará de ver fútbol el día que se vaya a vivir a una cabaña como un ermitaño o cuando todos los equipos jueguen como la Grecia que ganó la Eurocopa 2004.”

-”¿Por qué el fútbol es cultura?”
-”Me gusta el fútbol y supongo que en muchos países europeos y sudamericanos se ha convertido en un modo de vida para millones de personas. De ahí a considerarlo cultura, no sé. Aunque entiendo que su omnipresencia haya modelado nuestra forma de ver el mundo. Es prácticamente imposible no enterarse de a quién le han dado el Balón de oro o si a Bale le duele un testículo o una rodilla. Siempre me ha llamado mucho la atención que un deporte que requiere tanta paciencia (como jugador y como espectador) se haya convertido en el fenómeno de masas que es. Que esos noventa minutos de tanteos, pases, interrupciones del juego, ataques frustrados y defensas infranqueables (con algún gol ocasional, claro) mantenga a millones de personas atentos como si sus vidas dependiese de lo que pase en ese terreno de juego no me lo explico. Pero sí, se podría decir que es un deporte noble y difícil del que, efectivamente, como decía Camus, puede uno aprender grandes cosas. Para empezar, no está mal que once personas se pongan de acuerdo y actúen conjuntamente para lograr un objetivo.”

-”¿Por qué escribir de fútbol?”
-”Supongo que está un poco de moda en el panorama editorial. Es como si se hubiera abierto la veda. O también puede ser que esa aparente incompatibilidad entre aficionado futbolero y lectura haya pasado a la historia. Quizá el movimiento esté en ambos lados; así, es posible que se haya producido un acercamiento del aficionado medio a los libros (la industria editorial no deja de hacer guiños al no lector intentando conquistar una parcela nueva de mercado) y al mismo tiempo vemos que el fútbol ha dejado de ser un tema tabú entre los intelectuales y gente más o menos alfabetizada. Algunos de los mejores escritores y articulistas de hoy escriben con frecuencia de fútbol sin pudor alguno.”

-”Háblenos de
 "Una insolencia"
-”Forma parte de una colección más literaria que periodística, diría yo, de libros breves sobre la iniciación del autor como aficionado a un equipo de fútbol. El tono es autobiográfico, y es lo bueno. Son unas confesiones de infancia y fútbol. Una insolencia tiene de fondo al Barça. Empiezo con Maradona, pues abro los ojos al fútbol cuando Maradona, al que admiraba de crío como un dios, corre tras alguien del Athletic de Bilbao cuando ya ha acabado un partido para clavarle los tacos en la espalda. Era la famosa final de Copa del rey de 1984 en la que el Barça perdió y Maradona acabó en el Nápoles. Maradona y Schuster juntos, ahí estaban, vaya dos. Del otro lado recuerdo un grupo de leñeros que acabaron ganando. La verdad es no tengo grandes recuerdos futbolísticos del Barça hasta bastante tarde; el Dream Team, digamos, borró todos los recuerdos anteriores. A Cruyff nunca llegué a verlo jugar (mi padre me habló de él, a pesar de ser del Madrid). Para mí es sobre todo el mejor entrenador que ha tenido el Barça, junto a Guardiola, aunque no habría Guardiola sin Cruyff. En el librito se trata todo esto con esa intimidad del recuerdo infantil, y al mismo tiempo sin volar demasiado. Para meter las manos en material tan lírico como es la infancia es mejor no perder pie. El libro ha gustado a algunos amigos, lo que no es decir mucho, y creo que a algún que otro desconocido.”

-”¿Cuál es su primer recuerdo futbolero?”
-”Maradona aparte, o más allá del fútbol televisado, que me aburría mucho de pequeño (recuerdo salir a la calle durante la final del Mundial del 82 y estar solo, rascando el musgo de un muro), el fútbol era el estadio de mi ciudad, en Pontevedra. Mi padre me llevaba y me dejaba en la grada semivacía, que corría de un lado a otro como un idiota sin cansarme. Muy de vez en cuando caía el balón en la grada haciendo un ruido tremendo; el balón me parecía grandísimo y pesado. Casi siempre se me adelantaba algún que otro viejo vestido de luto apolillado que corría tras el balón como si se hubiese vuelto loco. Rápidamente lo echaba al campo, agitado, y volvía a su puro. Se alternaba mucho la calada al puro con el insulto a gritos. No era precisamente el diálogo socrático lo que se practicaba allí. Pero hasta en el insulto y la desesperación rabiosa había cierto cachondeo, y los paisanos se iban alternando, y si uno se levantaba con los brazos en alto rojo de ira y berreando como un animal siempre había dos o tres que le hacían coro y el griterío se extendía por la grada, pero quedaban como de guardia otros dos o tres que se tomaban a pitorreo la injusticia denunciada, como si quisiesen llevar la contraria a todo el mundo. De vez en cuando dos, a bastante distancia uno de otro, se enzarzaban en una discusión y toda la grada desatendía el partido para no perder detalle de los airados. Tanto jaleo a mi alrededor me convirtió en un tipo muy silencioso, casi meditabundo, al ver un partido. Asocio la contención, e incluso casi la indiferencia, o aparente indiferencia, con la victoria de mi equipo, y el braceo y alarido histérico ante una ocasión fallada o una falta injusta con la derrota. Es como si hubiese un dios castigador que va viendo quién maldice más y quién se muestra más estoico. Pla, que sabría de fútbol tanto como yo, es decir, muy poco, escribía en un artículo sobre fútbol (uno de los pocos que escribió sobre el tema, seguramente) que no entendía ese griterío de los estadios, y que él contemplaba el partido en riguroso silencio, “como si lo hiciera desde otro planeta”. Es el mismo artículo en el que se lamentaba de la falta de pericia de los futbolistas del momento para usar los dedos de la mano de forma invisible para el contrario y para el árbitro y de “la tendencia que tienen los porteros a parar la pelota fuera de la puerta”, y no dentro o casi dentro. Echaba de menos Pla la prestidigitación y la magia en el fútbol. Es un artículo, desde el punto de vista futbolístico, surrealista y hasta absurdo. Puede que sea lo más surrealista que escribió Pla en su larga carrera como escritor. Aunque, bien pensado, no iba tan desencaminado; si levantase la cabeza vería que prestidigitación y magia hay de sobra hoy en día, sobre todo en los despachos de sus dirigentes”.

-”Recomiende un libro de  fútbol”.
-”Me gusta mucho Salvajes y sentimentales de Javier Marías, una recopilación de artículos de fútbol. Es madridista, no me importa, se leen sus artículos con mucho gusto. Escribiendo, además, es poco hooligan, lo cual es de agradecer; para eso ya está la taberna, incluso la caverna, o la central lechera, como decía Guardiola. Es que ese madridismo de ultrasur, entre rabioso y analfabeto, que ha ido impregnando algún periódico, no sé si es un madridismo menos legítimo o tradicional, pero sin duda tiene menos gracia. Prefiero el madridismo señorito y pijo, de Chamberí, de Marías. Me gustan también mucho los artículos de Vila-Matas sobre fútbol, sobre el Barça. Así como me cae mejor ese madridismo de público de zarzuela, fino y antojadizo, tampoco me espanta esa supuesta afinidad independentista del Barça. Siempre se ha utilizado el fútbol para conquistar corazones; a dónde no llega la razón llegan los goles.
La verdad es que no leo muchos libros sobre fútbol. Recomiendo los de la editorial Libros del KO, claro. Más que por me hayan editado a mí (soy como ese espontáneo de las corridas de toros que con un capote salta al ruedo) porque el nivel de esos libritos es muy alto. Un logro de los editores por haber convencido a esos monstruos”.

"Una insolencia" de Marcos Abal de libros del k.o.
(@librosdelko ; librosdelko.com)
-”Gracias por estas letras.”
-”Un saludo y gracias.

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